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viernes, 24 de junio de 2011

Lindoro Olivera, detenido por delitos de la represión

Fue reconocido por sobrevivientes que fueron torturados en la ESMA. La ex mujer lo acusa de haber baleado su casa hace dos días.

Apenas dos días después de que balearon la casa de su ex mujer e hirieron a su hija de nueve años, ayer fue detenido Víctor Lindoro Olivera, quien se encontraba prófugo desde abril por delitos de lesa humanidad en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada.
El lunes por la noche en la casa de Pilar, donde vive con sus hijas Claudia Ferriole, ex esposa del represor, una persona descendió de un Fiat Uno y disparó varias veces contra la vivienda. La niña de nueve años resultó herida y la mujer culpó a su ex marido: “Pensamos que fue él quien baleó a la nena, está desequilibrado”, sostuvo.
Quienes siguen la causa ESMA vincularon el hecho con los dichos de Lindoro Olivera en su declaración indagatoria en 2008 ante el juez federal Sergio Torres.
Al ser reconocido por sobrevivientes, Olivera intentó despegarse de los delitos cometidos en la ESMA y aseguró que allí había personas detenidas, que eran torturadas en el sótano del Casino de Oficiales y que una de las formas de desaparecer a los detenidos eran los “asaditos”, en los que se incineraban los cuerpos.
Según relató ante la justicia, ingresó a la ESMA en abril de 1979. “Me presenté en la Escuela de Mecánica, me hicieron cambiar de civil y me llevaron a un subsuelo de la Casa de Oficiales. En el camino me dijeron que no tenía que decir nada de lo que viera o escuchara”, sostuvo el imputado.
Según los dichos del represor, esa misma noche fue puesto como guardia y debió atar a una cama “a una señora de nombre Cabezas”. La mujer estaba desnuda y, en el mismo lugar, había “ocho o nueve personas más o menos”. Se trataba de Telma Jara de Cabezas, según se pudo reconstruir en los juicios.
Según figura en el expediente, testigos de la ESMA vincularon a Olivera con el asesinato de Raimundo Villaflor. “Lindoro llamó a los guardias y entre cuatro o cinco lo mataron a patadas y luego armaron una historia que decía que había tomado agua, o sea, cuando te dan máquina no se puede tomar agua...”, señaló un sobreviviente. Esa historia de la muerte accidental luego de las torturas volvió a ser su argumento en su indagatoria. (Fuente: Tiempo Argentino).

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