CORRIENTE NACIONAL Y POPULAR

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viernes, 24 de junio de 2011

La Nación y Sarlo de nuevo “atacan juntos”


La intelectual y un editorial del diario critican el uso “electoral” de la cadena nacional.

Beatriz Sarlo, desde una nota de opinión publicada en La Nación vuelve a mostrar una notable concordancia con las editoriales del diario de los Mitre. En esta ocasión, entre otros temas, se refiere al uso de la cadena nacional con fines electorales. Sarlo hace mención al acto en Rosario por el Día de la Bandera, donde el gobernador santafesino Hermes Binner no habló: “Cristina Kirchner no quiso que el gobernador hablara. Si lo hubiera querido, habría enviado instrucciones a los muchachos de La Cámpora para que se callaran mientras Binner decía su discurso. ¿En qué podía perjudicarla que el gobernador hablara? En nada. Fue un acto de caprichosa ocupación total del Monumento a la Bandera y de manejo concentrado del micrófono. Ni medio segundo de cadena nacional para un gobernador; toda la cadena nacional que se le dé la gana para ella misma”.
La Nación, en su principal editorial de la página 18, sostiene: “Con una discrecionalidad rayana en el abuso, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner emplea la cadena nacional de radiodifusión como si se tratara de un recurso para usar a su antojo y no una herramienta a la cual puede recurrir sólo ‘en situaciones graves, excepcionales o de trascendencia institucional’, como estipula el artículo 75 de la ley de servicios de comunicación audiovisual que impuso la propia jefa del Estado. ¿En qué gravedad, excepcionalidad o trascendencia se encuadra el lanzamiento de su candidatura a la reelección ? En ninguna.” La editorial de La Nación, al borde del cinismo y la contradicción, cita una Ley de Medios de la democracia que combate junto a su socio Clarín. Sarlo aborda la relación entre Estado, propaganda oficial y kirchnerismo en nombre de presuntos principios –¿políticos?–, aunque no queda explicitado en qué consisten, sino sólo indicando que estarían ausentes. Y señala: “Hay algo sin principios en el manejo de la propaganda oficial, algo que lastima la sensibilidad de quienes no son kirchneristas y, seguramente, de algunos partidarios del Gobierno. Hay algo turbio en la maquinaria de publicidad oficial”. Más allá de los ejemplos –“Afiches de la noche a la mañana, primero con los tres candidatos a jefe de gobierno de Buenos Aires; ahora, con la fórmula beneficiada por la voluntad presidencial, y únicamente por ella”– tampoco queda claro dónde está “lo turbio”. La intelectual caracteriza y critica parte del discurso presidencial vinculándolo con un argumento que no es nuevo: la apelación a un poder estatal omnipresente cuando se encara una segunda o tercera postulación desde el gobierno. Y enfatiza: “El Estado se ha puesto al servicio de una agitación electoral que hasta ahora ha pasado por el cuerpo de la Presidenta; por su duelo, por sus invocaciones al Gran Ausente; por el uso irrestricto y agrandado de la primera persona; por la mezquindad, el desprecio y el sarcasmo con que alude a quienes no forman parte de su bando”. El reconocimiento a la gestión se produce en las urnas. Y en campaña –o sin ella– gestión y coyuntura política se entrecruzan. Y así se expresa discursivamente. Por eso, el “principismo” reclamado al gobierno, es una exigencia poco clara y pretenciosa. (Fuente: Tiempo Argentino).

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